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Ya queda poco... (foto Candiix, pixabay) |
Hoy he salido a correr. Los huesos y las articulaciones
oxidadas. Muy poca actividad física, metido todo el día en casa. Es una excusa,
cierto, pero es lo que hay. El deporte, mejor en la calle. Tengo la suerte de estar en un entorno bastante campestre, por lo que se puede estar cerca de una naturaleza
poco contaminada. Como lo está ahora Valencia, aunque en breve dejará de
estarlo.
Estamos contentos porque, desde ayer, podemos salir libremente a la
calle, aunque sea durante unas horas. Se nota nuestra ansiedad, aunque la zona donde vivo no está muy poblada y todo el mundo se comporta de
forma escrupulosa. Nunca me hubiera atrevido a cruzar a otro lado por temor a
que pensaran que soy un borde. Ahora lo hacemos todos de forma automática.
En el año 2008 abrí este blog. Sorprende en estos tiempos de inestabilidad ver
que después de 12 años todavía está accesible y sigo escribiendo, aunque con
muchos altibajos. Hoy es 3 de mayo de 2020, estamos a punto de salir de una
tremenda epidemia para entrar en una incierta situación económica. La segunda
crisis económica en poco tiempo.
Afortunadamente esta crisis es un parón provocado por un
bicho. Es
decir, no es un agotamiento (o desinflamiento) de la economía, como pasó en 2008
y que anuló toda posible esperanza de recuperación a corto plazo.
Basta con ponerse en marcha. Los poderes económicos y
políticos deben proporcionar los medios para que la gente pueda continuar. Debemos invertir en salvar a las personas. Después veremos el retorno de la inversión.
Es verdad que podría ser un buen momento para ir pensando en
cambiar por completo nuestra sociedad, nuestro sistema productivo, nuestro modo de vida, nuestro capitalismo, si se quiere. Pero eso requiere tiempo y ahora lo perentorio es
reanimar la economía. Siendo realistas, no nos vamos a convertir en eremitas
o irnos a vivir al campo a cultivar hortalizas. O renunciar a Internet.
Pero una vez que hayamos despegado, no deberíamos olvidar lo que
ha pasado. Casi nadie conocía una restricción tan
grande de nuestras libertades, aunque fuera justificada.
Tampoco veíamos la importancia de ir a un supermercado o a
nuestras tiendas de barrio y verlos llenos de productos de gran
calidad, teniendo lejos o muy lejos vacas, ovejas o campos de
trigo.
O la necesidad de mejorar nuestro tejido industrial, aunque parezca un anacronismo.
Finalmente, es muy importante una mejora de la política en nuestro país. Para ello, es imprescindible hacer una sociedad mejor. Fácil es escribirlo. La forma de hacerlo, ni me la imagino. Solo hay que recordar el sálvese quien pueda de lo primeros días de la epidemia. Alguna idea: más implicación política, más empatía hacia el que tiene ideas contrarias a las nuestras, menos insultos, mayor capacidad crítica, etc.
Desde el mismo momento que cese el estado de alarma habrá
que ponerse a trabajar, primero para hacer frente a las necesidades de las
personas que peor lo están pasando. Y después, lo antes posible, para arreglar
los grandes defectos de nuestra estructura productiva. Estos defectos se llevan
arrastrando muchos años, es difícil arreglarlos sin una sociedad comprometida.
En fin, ahora empieza lo malo (*).
Buena suerte a todos.
(*) y lo peor queda atrás, cita de Shakespeare.