Seleccionamos este fin de semana para la reunión familiar que se ha organizado este año, con 41 asistentes, número que aun siendo alto no es el máximo posible. Quizás el próximo año.
El lugar elegido fue Santo Domingo de Silos, en la provincia de Burgos, donde se encuentra el célebre claustro benedictino que estuvimos viendo en una visita guiada.
La historia que nos contaba el cicerone era muy interesante; generalmente acudimos a los museos y obras arquitectónicas para maravillarnos de lo que vemos pero no tenemos a nadie que nos cuente lo que está detrás de la construcción o de la obra de arte (y leerse una guía en una visita no es demasiado práctico, utilizar audio-guías es más comodo pero debe haberlas disponibles).
Era interesante lo que nos decía, e incluso recitaba poemas de autores de todas las épocas (entre ellos el dedicado al ciprés, de Gerardo Diego que se puede leer aquí) pero lo contaba todo de carrerilla, de manera que parecía una lección aprendida; siempre es preferible un poco más de naturalidad (aunque se puede entender si se tiene en cuenta el número de veces que debe repetir la charla al día).
Vi un problema añadido en la visita, hasta cierto punto lógico debido a la cantidad de gente que había: no poder dar una vuelta tranquilamente al claustro (la parte baja, al segundo piso no se puede acceder porque es la zona donde viven los monjes), observar bien los capiteles y tomar fotos con más tranquilidad.
El claustro se levantó entre los siglos XI y XIII, a cada siglo corresponde aproximadamente una fase en la construcción del claustro delimitada claramente en el recinto por la forma de las columnas y capiteles, algunos de los cuales pueden verse en las fotos siguientes.
Después de la primera visita a Santo Domingo fuimos a Covarrubias a comer y para bajar la comida, a dar un paseo por el desfiladero de la Yecla.
Un paseo muy, muy ligerito, no llegaría ni a dominguero. Han preparado una pasarela de hormigón con barandilla, así que poca aventura, salvo tener cuidado en no abrirse la cabeza con las rocas.
Finalmente el mismo día asistimos a una sesión de canto gregoriano, con lo que acabó la jornada. Al próximo día, plan A, ir a Lerma y plan B, regresar, opción que escogimos nosotros.
Como ya es costumbre, una agradable reunión familiar (como también es costumbre, las fotos de los presentes las reservo para otros lugares).
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