Después de una visita rápida hace unos meses, esta mañana, aprovechando que el tiempo iba a ser bueno por Tarragona, me planteé una segunda visita, pasando previamente por el Pont del Diable, situado en un punto de la autopista por el que había pasado a menudo por motivos de trabajo (salida de Valls, yendo dirección Valencia).
El Puente del Diablo es un impresionante acueducto, por su tamaño y conservación, aunque cuando llegué resultó bastante decepcionante, estaba rodeado de vallas y casetas por todos los lados: lo están restaurando, así que habrá que volver cuando hayan acabado.
Según la leyenda que (más o menos) pone en la parada, el maestro constructor sufrió un accidente por un golpe de viento, dijo que sólo el demonio haría un acueducto que durase mil años, éste salió al quite, y construyó el acueducto, a cambio del alma del primero que bebiera agua de él. Fue un burro, que perdió su alma para la eternidad.
Después salí hacia Tarragona, a unos 4 kilómetros, aparqué cerca de la Plaza Imperial Tarraco y siguiendo la Rambla Nova me iba acercando al anfiteatro. Siguen unas fotos de la Rambla.
Castellers:
Cámara de comercio:
Aquí, anunciando la huelga del miércoles:
El puerto desde el mirador de la Rambla Nova.
Después de disfrutar de las vistas del anfiteatro, fui hacia la parte antigua de la ciudad, que me recordó, sobre todo en la zona de la catedral, a Girona.
Entré, como debe ser en una ciudad de origen medieval, por la puerta de la ciudad en el Passeig de Sant Antoni:
Hoy es domingo y había mercadillo en el centro, vemos en la foto siguiente un puesto frente a la catedral.
En frente de la entrada de la catedral, donde saqué la foto anterior, había un magnífico ambiente de fiesta y teatro al aire libre:
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