Tengo que decir que imaginaba lo que iba a ver, muchos efectos especiales, y poco fundamento. Así fue, contenido poco o nada original, bebiendo de películas de parecida temática, copiando literalmente los mismos patrones y con un lamentable guión que roza el absurdo. No hablemos de la salida de la ciudad con un coche, atravesando rascacielos que se derrumban... al mejor estilo 007.
Resulta que el sol comienza a emitir en grandes tormentas más neutrinos de los habituales, tantos que comienzan a interactuar en gran medida con la materia. (A los neutrinos casi no les afecta la materia, por ello se han preparado experimentos en profundas cuevas con distintos materiales para conseguir su detección; ver un listado de estos medios así como la historia de esta partícula en el artículo neutrino de la wikipedia).
En una de estas cuevas a miles de metros de profundidad (en la película) un científico indio descubre lo que se cuece en este asunto: nada más y nada menos que la tierra, como si fuera un plato de macarrones, con el sol a modo de microondas.
Con la llegada de 2012 (ya queda poco), la parte de la tierra por debajo de la corteza comienza a fundirse por el calentamiento provocado por los neutrinos y la corteza se va desplazando, generando terremotos y maremotos que pronto lo inundarán todo, hasta el Himalaya.
La película gira a partir de ahí alrededor de unas gigantescas naves (arcas de Noé) para salvar a lo más granado de la humanidad (más que granado, adinerado, se paga el billete a más de 1.000 millones de dólares), más algunos polizones, que son los protagonistas de la película, a los que les sale gratis el pasaje, aunque no sin esfuerzo, no faltaba más, incluyendo un aterrizaje forzoso que tenía que haber sido en medio del océano pero que por el corrimiento de la corteza... acabó en tierra.
Divertida la imagen de las jirafas y otros bichos grandes transportados por helicópteros hacia las arcas.
Hacía mucho que no iba al cine y me entretuvo bastante, en fin, los americanos y sus lanzamientos publicitarios.