sábado, 23 de julio de 2016

El hombre anestesiado: la identidad líquida

Carmen nos habla acerca de "Demolition" (Marc Vallée, 2015). Coincidimos en que es una excelente película.

Demolition
El hombre anestesiado: la identidad líquida (kira, pixabay)
  
El hombre anestesiado: la identidad líquida. Por Carmen.

El mundo liquido de las identidades líquidas, el mundo en el que terminar rápidamente, pasar a otra cosa, y comenzar de nuevo es el nombre del juego."
Zygmunt Bauman, de su libro Identidad

"De pronto, todo se está convirtiendo en una metáfora" dice Davis, el protagonista de "Demolition", poco después de perder a su mujer en un accidente.

Y en efecto, la película misma es una gran metáfora que iremos descubriendo a la par que lo hace Davis.

Al principio del film, alguien le pregunta: "¿La echas de menos?". Él responde: "Estoy intentando hacerlo".

Poco después, en el funeral, ensaya sin éxito cómo llorar frente a un espejo. Siente esa demanda social. Hay que llorar porque acaba de perder a su mujer. No es que él no lo sienta. El caso (lo peor del caso) es que él no sabe si lo siente porque hace tiempo que dejó de sentir.

Tras una charla con su jefe-suegro se dice: "No más zanjas imaginarias". Decide salir de esa cápsula laboral, de esa mala metáfora que son algunos trabajos, de esa entidad financiera donde todo brilla, donde no hay nada material, que pueda tocarse; "sólo números que un ordenador procesa" y empieza a trabajar con sus manos, con cosas materiales, para recuperar la realidad perdida. Decide volver al origen, decide destruir el núcleo de aislamiento, las comodidades que le separan de la vida, su zona de confort.

Por eso emprende la búsqueda de lo que quede de él, si es que algo queda tras aniquilar todos los objetos que le han propiciado una existencia anestesiada.

Y uno se pregunta si Davis está intentando cambiar de identidad o más bien tratando de averiguar si la tuvo alguna vez. Probablemente estaba tan aturdido por una existencia en exceso confortable, en exceso fácil, como para quedarse a solas consigo mismo y preguntarse por ello.

Con ecos de "Her" (Spike Jonze), logra inicialmente confesarle a una máquina de vending (y a la cálida voz de su representante) su desconcierto.

-¿Tiene alguien con quien hablar?"- le preguntan al otro lado del teléfono.

Él mira su reflejo en un electrodoméstico de la cocina y parece preguntarse si conoce al extraño que tiene delante.

Es posible ver ecos de "Fahrenheit 451" en esta realidad irreal, en este mundo de sentimientos predeterminados por la sociedad, que condicionan al individuo y a menudo le impiden reconocer sus propios sentimientos, que pueden ser muy distintos de los "socialmente deseables", provocándole una mezcla de culpa y angustia.

El modo en que Jake (Davis) trata de apartar la telaraña que le separa de sí mismo y por tanto también de los demás compone el retrato del hombre anestesiado por el exceso de confort, que de pronto recibe una sacudida y comprende que no se reconoce a sí mismo.

La película plasma con eficacia esa modernidad líquida de la que habla Bauman y las identidades frágiles que la habitan. La anestesia en la que nos sumerge el confort que dan el dinero y las tecnologías.

"La bohème" de Aznavour acompaña el movimiento del carrusel restaurado por una buena causa. Otra metáfora. Es lo único material que reconstruye este Gyllenhall (Davis), que se pasa casi dos horas destruyendo muros, electrodomésticos (con especial saña), mobiliario, cristales, pisos enteros, empezando por el suyo.

Era preciso recuperar lo sueños para empezar a ser alguien. Era preciso reconciliarse con la nostalgia para volver a vivir.

"Os hablo de un tiempo que los menores de 20 años no pueden conocer... La bohemia: éramos jóvenes, estábamos locos. Con el estómago vacío, no dejábamos de creer.. Y todos teníamos talento...Hacía falta amarse y amar la vida. Vivíamos del aire del tiempo....del que ya no queda nada." ("La bohème" Aznavour)



martes, 12 de julio de 2016

Cuidado con hacer demasiado caso a la tele

 
Las peligrosas variaciones de los mercados o las personas (Skeeze, pixabay)

Título: Money Monster
Año: 2016
Temática: Drama
Trama: Mientras un conocido presentador y showman de un programa de noticias económicas (George Clooney) se encuentra dando las previsiones bursátiles, alguien no previsto entra en el plató con intenciones desconocidas... 
Director: Jodie Foster
Intérpretes  George Clooney, Julia Roberts, Jack O'Connell

Puntuación
- Temática: 8
- Guión: 8
- Desarrollo:8
- Interés:8
- Intérpretes:8
- Nota: 8/10 (Muy entretenida, con contenido, recomendable)

Breve reseña 

Vivimos en un mundo en apariencia manejado por los mercados financieros, a los que somos ajenos.

Sin embargo, el hecho de no conocer un determinado aspecto de la tecnología o de las finanzas no quiere decir que sea intrínsecamente difícil.

El problema está en la información que tenemos y en quienes nos apoyamos. Si te asesora un profesional en la compra de determinado producto financiero ¿es responsable el asesor de que puedas perder tu dinero? No, salvo que te esté engañando de forma consciente para obtener un beneficio. Pensemos en lo que pasó con las preferentes de Bankia.

Imaginemos que alguien dice por televisión que hay que comprar las acciones de una empresa, que es una apuesta segura. Te gastas tu dinero (preferiblemente) y de repente, unas acciones que costaban 100 pasan a valer 5. ¿Quién es el responsable?

Los profesionales que se dedican al mundo financiero tienen toda la información de los mercados. Como cualquiera de nosotros, en un mercado perfecto y transparente. Sin embargo, los mercados no son perfectos ni transparentes y aunque lo fueran, un profesional de las finanzas gestionará mucho mejor la información disponible. Ley de vida. En cualquier profesión pasa lo mismo.

Es decir, si no conoces bien el mundo de la bolsa, no te metas, o hazlo cubriendo bien los riesgos (por lo menos saber que existe eso que se llama stop loss, para limitar las pérdidas cuando te aventuras en la bolsa).

Cada uno sabemos un poco de nuestra parcela profesional. Y cuando contratas a un profesional para que te haga un trabajo, exiges que lo haga bien. 

Cuando ves en la televisión, escuchas en la radio o lees en un periódico una recomendación de compra de acciones, ¿qué responsabilidad tiene el que informa o habla o escribe de que pierdas tu dinero por haber escrito lo contrario de lo que ha sucedido?

Poca o ninguna. 

Nadie te está asesorando. Debes saber que todo el mundo puede tener motivaciones ocultas cuando habla para favorecer una empresa u otra, por ejemplo, o como los críticos de cine que en general no suelen hablar mal de las películas que se acaban de estrenar.

Money Monster habla de las dos caras de la moneda (el que informa y el informado) en forma de thriller y plantea una interesante cuestión. Las bolsas y las órdenes de compra-venta están automatizadas por sistemas informáticos. Todos conocemos la revolución que ha supuesto la informática en todos los ámbitos de la cultura, por supuesto también en las bolsas.

Es posible, ha sucedido más de una vez, que los sistemas informáticos caigan, pero ¿puede un proceso matemático (algoritmo) provocar por sí mismo pérdidas millonarias? 

Mucha gente sospecha que bajo la complejidad de los sistemas bursátiles, igual que la de los mercados energéticos (por poner otro ejemplo, por deformación profesional), se encuentra un intento deliberado de limitar la transparencia en favor de los grandes grupos de poder. Y que la inteligencia del hombre está todavía por encima de la tecnología informática. Un algoritmo no puede pensar (de momento).

En la película aparecen algunos actores clásicos de la economía: la gran corporación y la codicia de sus dirigentes, el sensacionalismo de los medios de comunicación, representado por la impecable actuación de George Clooney, que cuenta un poco lo que quiere (en función de la información que tiene, buena o mala) y finalmente el personaje que se pasa las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio para aprender de bolsa y dar su particular pelotazo. Pero le sale mal, echa la culpa a todo el mundo y destapa el desamparo de la gente que pierde cantidades que dan risa y el cinismo de los que hacen acopio de los muchos pocos perdidos (por los otros).

Si comprar un piso era la mejor inversión posible desde que tengo memoria y ha resultado ruinoso en muchos casos, mejor ir con pies de plomo en un mundo que desconocemos.

Una narración muy bien realizada, con intriga, cierta tensión, y un final previsible pero interesante, con una escena final que refleja lo que va a pasar después... Pero eso deberéis verlo en la película.

viernes, 8 de julio de 2016

¿ Cómo transformar un color de Hexadecimal a RGB y viceversa ?

Una breve anotación con la solución a un problema que me acabo de encontrar. Estoy editando un documento en WORD que contiene pequeños recuadros con un relleno de un color naranja claro.
 
Me he puesto a hacer una portada en CANVA y he intentado, a ojo, encontrar el mismo (o parecido) color anaranjado en la ruleta de CANVA. Misión imposible:

cómo transformar un color
Selección de colores con la ruleta de CANVA
 He buscado el código de color que me da WORD:

cómo transformar un color
Cómo encontrar el código RGB del color de relleno utilizado

CANVA admite un código hexadecimal (no RGB, que yo sepa), por lo que seguía teniendo el mismo problema. He dado con una solución rápida en el software de esta página:

cómo transformar un color
Software para el código de colores
Basta con poner los valores en RGB para obtener el código en hexadecimal y viceversa. Con word he obtenido el código R(253)G(243)B(233) del color que me interesaba, el programa de INTERNET me ha devuelto #FDF3E9, problema resuelto:

cómo transformar un color
Color seleccionado equivalente al de la página en word.
No obstante, ha habido otro pequeño problema al final: CANVA permite en su versión libre descargar los documentos realizados en formato .png y .jpg. La descarga en .png cambia el color, el formato .jpg lo mantiene. Moraleja: hay que descargar la imagen en jpg.

lunes, 27 de junio de 2016

Un friqui en Islandia

Un friki en Islandia - Fusi - (Ethendras, pixabay)

Título: Corazón gigante (Fusi)
Año: 2015
Temática: Drama
Trama: Fusi es un cuarentón soltero, aficionado a los wargames de figuritas y a los gadgets. Su vida cambia cuando va a una clase de baile y aunque no entra conoce de forma casual a una mujer.
Director: Dagur Kári
Intérpretes Gunnar Jónsson, Sigurjón Kjartansson, Arnar Jónsson 

Puntuación
- Temática: 7
- Guión: 8
- Desarrollo: 9
- Interés: 9
- Intérpretes: 9
- Nota: 9/10 (Una estupenda película)

Breve reseña 

En Islandia hace mucho frío. En Islandia el 10% de los habitantes ha escrito y publicado un libro. En Islandia, al contrario que el común de los países de la tierra, se ha perseguido y encarcelado a políticos y banqueros por sus desmanes.

En Islandia también, vive Fusi.

Corazón gigante es la historia de Fusi, una bella película acerca de la soledad, la presión de la sociedad sobre aquellos que son distintos (o lo parecen), que se distinguen por su ingenuidad y nobleza, la de aquellos que saben reconocer y agradecer lo que la vida les da y no se plantean odios ni ambiciones.

Fusi tiene su mundo particular. En nuestra sociedad occidental le llamaríamos friqui. Una persona que juega con figuritas como las de la foto.

Un día conoce a una mujer. Una mujer problemática. Fusi, la persona inadaptada que vive en su mundo particular, descubre un nuevo reto. Y actúa con la misma naturalidad con la que lo hacía hasta ahora, sin presiones, tomando decisiones cuando hay que hacerlo.

No se siente presionado por el mundo y por esa razón él tampoco presiona. Si las cosas suceden y es difícil cambiarlas, las asume sin preguntar ni discutir.

La sociedad, los grandes beneficios que nos proporciona y la enorme influencia que tiene sobre nosotros nos condiciona en numerosas ocasiones.

Fusi se considera una persona normal pero hace cosas muy poco normales: carece de egoísmo y de maldad y da muestras de verdadero altruismo. Es la contraposición a una sociedad occidental despersonalizada y profundamente egoísta. 

Fusi, siempre muy serio, sonríe en dos momentos clave de la película, en el primero de ellos se ha dado cuenta de un error que ha cometido y se da la vuelta para corregirlo. En el segundo, ha tomado una decisión definitiva: volar libre

Fusi estaba satisfecho con su vida ("─No soy un bicho raro─" responde a una niña, vecina suya, que se lo pregunta). Pero ahora, con las decisiones que ha tomado está mucho mejor.

La película ha pasado con más pena que gloria por los cines españoles, una lástima. Es una película entrañable aunque poco amable

La trama que he puesto al principio en el resumen hace pensar en la típica historia con final feliz, no es así. El final es feliz, pero de otra forma.

sábado, 25 de junio de 2016

Intriga, inmoralidad y lucha de clases en la España de 1918


Intriga, inmoralidad y lucha de clases en la España de 1918 (pixabay, pdpics)

Título: La Verdad Sobre el Caso Savolta
Autor: Eduardo Mendoza
Editor (Seix Barral) Editorial Planeta SA
Tema: Novela

ISBN:  978-84-322-1700-5
Fecha de lectura: 22/06/2016
Valoración: 7/10

Es el año 1918 en una España que se ha beneficiado de su neutralidad en la Guerra Mundial y que a la vez ha ido creando el caldo de cultivo de las grandes tensiones sociales que se producirán en muy poco tiempo.

Conocí el estilo de Eduardo Mendoza a través de "La aventura del tocador de señoras", divertida novela protagonizada por un detective poco cuerdo, que recuerda en muchos aspectos a Don Quijote.

En Mendoza llama poderosamente la atención la frescura de la narración en sus obras y la utilización de un rico vocabulario, con palabras que utilizan autores que conocen muy bien el idioma y, sobre todo, el país donde viven. ¿Quién sabría, sin coger el diccionario, el significado de afidávitveguero, perdulario o plúteo?

La historia de la que muchas veces se huye en nuestro país, es una buena atmósfera para la ubicación de la novela.

La muerte de Savolta, un industrial dedicado a la venta de armas, es una excusa para elaborar una historia llena de intriga y reflejar el estado de una sociedad en una época muy convulsa, como también lo fue la época en que se publicó el libro (1975). Se acusa de la muerte de Savolta, como no podía ser menos, a elementos anarquistas.

El autor juega con los tiempos. Personajes desaparecidos vuelven a hacer su aparición en la novela porque el narrador, un emigrante de Valladolid, lo va contando según le viene a la cabeza ("Vuelve la imagen de aquel instante a mi mente como restos de un naufragio que las olas arrojaran a la playa").

El continuo cambio del "enfoque de la cámara" de la novela hacia atrás en el tiempo (flashback) es la característica más destacada en el estilo de narración de la novela.

Sin embargo, la obra se sigue con facilidad y el estilo de narración hace que la intriga sobrevuele de forma permanente la historia. No se conoce bien la relación de determinados personajes con otros y con la propia trama hasta que llega la escena adecuada.

En aquella época había grandes diferencias entre la clase obrera que trabajaba de sol a sol y la clase pudiente. Si a esto se une a la escasa formación de las clases humildes, las corrientes anarquistas y comunistas que venían del este de Europa tenían un caldo de cultivo ideal para su proliferación en aquella sociedad.

La novela no es amable, aunque hay cierto sentido del humor. Crea turbulentas relaciones personales que en cierto modo vienen a reflejar el servilismo de la clase baja

La situación entre el narrador (Javier Miranda), el protagonista de oscuro pasado (Lepprince) y la mujer de la que aquel se enamora (María Coral), hace un trío con una situación que hoy consideraríamos impensable. Quizás también lo era en aquella época: privilegios de la creación literaria, aunque muchas veces la realidad supera a la ficción.

No he podido evitar ver ciertas características que se repiten en nuestra época, en la que se nos supone mayor cultura y formación. Por ejemplo, sigue siendo casi imposible mantener una conversación política de forma relajada.

La enorme crisis (apelativo que no obedece a una exageración) que estamos viviendo desde 2008 ha incrementado las diferencias entre pobres y ricos y masacrado a una buena parte de la clase media.

Los salarios que se pagan no permiten una vida digna. No hay trabajo. Otra vez, el germen de un descontento que todavía no ha dado lugar a grandes protestas. Si no se corrigen estos problemas,  las habrá. Llevamos seis meses de retraso.

"No sé de un solo gobierno que haya resuelto un problema serio: siempre caen pero no les preocupa porque sus sucesores también caerán."
Lepprince (en "La verdad sobre el caso Savolta")

"La verdad sobre el caso Savolta" es una novela de intriga pero va más allá, habla de política, de relaciones personales, miseria, e inmoralidad.

Fácil de leer, la novela nos acerca a una época histórica (incluso aparece Alfonso XIII) y permite estudiar un interesante estilo literario, no exento de humor.

lunes, 23 de mayo de 2016

La felicidad como problema

Nueva colaboración de Carmen para Treferblog. Una reflexión sobre la felicidad inspirada por la lectura de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.

Fahrenheit 451
La felicidad como problema (fotolia)


La felicidad como problema, por Carmen:

—"La felicidad —dice el comisario— ¿no es eso lo que todo el mundo busca? no sentir preocupación...eliminemos toda inquietud. No ha sido el Gobierno, sino la gente la que así lo ha decidido". ("Fahrenheit 451" de Ray Bradbury)

Tenemos un gran problema. Queremos ser felices. Eso es todo lo que queremos. Sólo eso. Nace un bebé y sus padres dicen: "Sólo quiero que sea feliz". En una entrevista, una conocida escritora afirmaba que pondría a sus hijos nombres de personas que habían sido felices. Como si el nombre tuviera el poder mágico de atraer a la fortuna. 

Toda nuestra vida se asienta en este concepto, que parece indiscutible pero nadie sabe realmente en qué consiste. Y eso sólo puede ser un gran problema. ¿Qué contenido se le supone a la felicidad? ¿creemos de verdad que es posible de alcanzar? Y, sobre todo, ¿estamos seguros de que es el objetivo más deseable?

En “Fahrenheit 451” Ray Bradbury plantea esta cuestión de modo muy sugerente, con maliciosa inteligencia.

Como es sabido, habla de un hipotético futuro en que los libros han sido prohibidos, se queman por bomberos especializados y se castiga su lectura e incluso su posesión.

Lo que pone en realidad sobre la mesa es la razón de ser de la cultura y más en concreto, el papel que ésta juega en el ideal de felicidad. ¿nos hace más felices aumentar nuestra cultura o por el contrario nos hace más conscientes de nuestra propia ignorancia, de nuestras limitaciones y contradicciones, y por tanto, más infelices? ¿es  entonces deseable incrementar el nivel cultural aun a costa de pagar el precio de una razonable infelicidad? ¿o en realidad -si se pudiera elegir- la mayoría preferiría una felicidad de cartón piedra en lugar de un gran bagaje cultural que necesariamente lastrará nuestra existencia, llenándonos de incómodas dudas? 

Lo escalofriante es que intuimos la respuesta: probablemente vencería la segunda opción, pues la felicidad a toda costa es el último mito, la palabra sagrada que nadie discute.

Al parecer, la filosofía ha desaparecido de los estudios y esto es un hecho. Es tanto como decir que el amor a la sabiduría (que es su significado) se considera prescindible.
“La filosofía no sirve para nada porque, junto con la religión y el arte (ambos en trance de acabamiento), era el tercer pilar de nuestro entendimiento del mundo[...]”

“Todo esto ya no es necesario porque hemos entrado en una etapa del mundo enteramente distinta. No precisamos ya de explicaciones globales. Es más, no queremos teorías globales sobre los humanos y su desconcertante aparición en el universo. Solo entretenimientos locales. No es que haya desaparecido el horror de la insignificancia (de hecho, la nada se ha convertido en el fundamento del universo, como expone el célebre libro de Lawrence Krauss), la aniquilación, la estupidez y el dolor, sino todo lo contrario: están tan presentes en nuestra vida que preferimos escondernos en el cuarto de juegos, encender la pantalla y agitar una banderita. “

Esos tres pilares de la “antigua” sociedad parecen haber dado paso a uno solo: el pilar de la felicidad, en el que se asienta todo el imaginario colectivo. Es la sociedad del entretenimiento, del ocio programado; que no del ocio libre que da lugar al pensamiento.

En el futuro distópico de Bradbury el Gobierno trata de asegurar la “felicidad” de la población, evitándoles todo tipo de inquietud cultural, pues ésta sólo conduce a la melancolía y a sufrimiento.  ¿Acaso pensar nos da la felicidad? No, probablemente no. Sin embargo, sin pensamiento  no es posible una vida medianamente interesante. Se trataría de una sociedad infantilizada, sin autonomía de decisión.

Por desgracia, esa sociedad anestesiada inventada por Bradbury se parece mucho a la que nos rodea hoy. La reflexión, el debate con argumentos y el pensamiento crítico son hoy flores raras. Por el contrario, la sociedad del entretenimiento está en su apogeo, con miles de planes para llenar el tiempo. A diario vemos que la gente trata de tener todo su tiempo ocupado por hobbies tan inútiles como pasajeros.  ¿Es acaso un intento de evitar ser asaltados por las dudas, por el pensamiento?...

Me viene a la memoria el consejo que daba Rilke a ese joven poeta:

"...tenga paciencia frente a todo cuanto en su corazón todavía no esté resuelto. Y procure encariñarse con las preguntas mismas, como si fuesen habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma muy extraño. No busque de momento las respuestas que necesita. No le pueden ser dadas, porque usted no sabría vivirlas aún, y se trata precisamente de vivirlo todo. Viva usted ahora sus preguntas. Tal vez, sin advertirlo siquiera, llegue a internarse poco a poco en la respuesta anhelada y, en algún día lejano, se encuentre con que ya la está viviendo también."
"Cartas a un joven poeta" Rainer Maria Rilke

Vivamos, pues, las preguntas. Tal vez eso sea lo que nos hace humanos.